27 de diciembre de 2012

El ombligo de los limbos

Allí donde otros exponen su obra yo sólo pretendo mostrar mi espíritu.
Vivir no es otra cosa que arder en preguntas. No concibo la obra al margen de la vida.
No amo en sí misma a la creación. Tampoco entiendo el espíritu en sí mismo. Cada una de mis obras, cada uno de los proyectos
de mí mismo, cada uno de los brotes gélidos de mi vida interior expulsa sobre mí su baba.
Estoy en una carta escrita para dar a entender el estrujamiento íntimo de mi ser, tanto como estoy en un ensayo exterior
a mí mismo y que se me presenta como una indiferente incubación de mi espíritu.
Sufro que el Espíritu no halle lugar en la vida y que la vida no se encuentre en el Espíritu, sufro del Espíritu-órgano, del Espíritu-traducción o del Espírítu-atemorizante-de-las-cosas para hacerlas ingresar en el Espíritu. Yo dejo este libro colgado de la vida, deseo que sea masticado por las cosas exteriores y en primer término por todos los estremecimientos acuciantes, todas las vacilaciones de mi yo por venir.
Todas estas páginas se arrastran en el espíritu como témpanos. Perdón por mi total libertad. Me niego a hacer diferencias entre cada minuto de mí mismo. No acepto el espíritu planeado.

Es preciso acabar con el Espíritu como con la literatura. Quiero decir que el Espíritu y la vida se encuentran en todos los grados.
Yo quisiera hacer un libro que altere a los hombres, que sea como una puerta abierta que los lleve a un lugar al que nadie hubiera consentido en ir, una puerta simplemente ligada con la realidad.
Y esto no es el prefacio de un libro, como tampoco lo son los poemas que lo indican en la lista de todas las furias del malestar.

Esto no es más que un témpano atragantado. Una gran pasión razonadora y superpoblada arrastraba a mi yo como un puro abismo. Resoplaba un viento carnal y sonoro, y el azufre también era denso. Y pequeñas raíces diminutas llenaban ese viento como un enjambre de venas y su entrelazamiento fulguraba. El espacio sin forma penetrable era calculable y crujiente. Y el centro era un mosaico de trozos como una especie de rígido martillo cósmico, de una pesadez deformada y que sin parar cae como un muro en el espacio con un estruendo destilado. Y la cubierta algodonosa del estruendo tenia la opción obtusa y una viva mirada que lo penetraba. Sí, el espacio entregaba su puro algodón mental donde ningún pensamiento era todavía claro ni devolvía su descarga de objetos. Pero paulatinamente la masa dio vueltas como una náusea potente y fangosa, una especie de fuerte flujo de sangre vegetal y detonante. Y las ínfimas raíces trémulas en el filo de mi ojo mental se arrancaban de la masa erizada del viento a una velocidad vertiginosa. Y todo el espacio como un sexo saqueado por el vacío ardiente del cielo, se estremeció. Y algo como un pico de paloma real socavó la masa turbada de los estados, todo el pensamiento más hondo se diversificaba, se disipaba, se volvía claro y reducido.
Entonces era preciso que una mano se transformara en el órgano mismo de la aprehensión. Y aún dos o tres veces giró la masa artificial y cada vez, mi ojo se enfocaba sobre un sitio más exacto. La oscuridad misma se hacía más densa y sin objeto. Todo el hielo ganaba la claridad.

Dios-el-perro contigo y su lengua 
que atraviesa la costra como una saeta
del doble morrión abovedado
de la tierra que le causa ardor.

Y aquí está el triángulo de agua 
que se aproxima con paso de chinche
pero que bajo la chinche ardiente
se transforma en cuchillada.

Bajo los senos de la espantosa tierra 
dios-la-perra se ha marchado,
de los senos de la tierra y de agua congelada
que pudren los agujeros de su lengua.


Y aquí está la virgen-del-martillo
para masticar las cuevas de la tierra
donde la calavera del perro del cielo
siente crecer el horroroso nivel.

Doctor,

Hay un asunto sobre el cual hubiera querido insistir: es el de la relevancia de la cosa sobre la cual operan sus inyecciones; esta especie de languidecimiento esencial de mi ser, esta disminución de mi estiaje mental, que no quiere decir, como podría creerse, un rebajamiento cualquiera de mi moralidad (de mi alma moral) o ni siquiera de mi inteligencia, sino más bien de mi intelectualidad servible, de mis recursos razonantes, y que se relaciona más con el sentimiento que tengo yo mismo de mí mismo yo, que con lo que pongo de manifiesto a los demás de él. 
Esta vitrificación sorda y polimorfa del pensamiento que en cierto momento elige su forma. Hay una vitrificación inmediata y llana del yo en el centro de todas las posibles formas, de todos los modos posibles del pensamiento.
Y, señor Doctor, ahora que usted está bien enterado de lo que puede ser alcanzado en mí (y curado por las drogas), de la zona de conflicto de mi vida, espero que sabrá suministrarme la cantidad suficiente de líquidos sutiles, de reactores especiosos, de morfina mental, capaces de sobreponer mi abatimiento, de enderezar lo que cae, de juntar lo que está separado, de reparar lo que está destruido.
Le saluda mi pensamiento



De "L'Ombilic des limbes"
Versión de L.S.

18 de diciembre de 2012

Carta del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz a Nicolás Maduro, leída en el acto conmemorativo por 8vo Aniversario del ALBA

Querido Nicolás Maduro:

Con motivo de los aniversarios que ustedes celebran hoy deseo expresarte lo siguiente:

La ausencia del Presidente electo por más de 8 millones de venezolanos nos conmueve a todos.

Conocí a Hugo Chávez hace exactamente 18 años. Alguien lo invitó a Cuba y él aceptó la invitación. Me contó que tenía la idea de solicitar una entrevista conmigo. Lejos estaba de imaginarme que aquellos militares tildados de golpistas por las agencias cablegráficas, que con tanta discreción durante años sembraron sus ideas, era un grupo selecto de revolucionarios bolivarianos. Esperé a Chávez en el aeropuerto, lo conduje al lugar de su hospedaje y conversé con él durante horas, intercambiando ideas.

El día siguiente, en el Aula Magna de la Universidad de la Habana, cada cual expresó sus ideas.

Nuestras concepciones difieren en aspectos que son ajenos a las ideas y principios políticos y de los cuales ni siquiera hablamos.

Nuestra cooperación médica con Venezuela comenzó a raíz de la tragedia de Vargas, en la que miles de personas murieron como consecuencias del abandono y la imprevisión en que vivía la población más pobre de ese Estado.

Venezuela, por su parte, ha sido especialmente solidaria con los pueblos del Caribe, Centroamérica y Suramérica.

Desarrolló fuertes vínculos con Bolivia, Ecuador, Brasil, Uruguay, Argentina y otros. Ha cultivado relaciones con Rusia, Belarús, Ucrania y otras repúblicas de la antigua URSS. No olvida a Palestina ni a Libia. Presta especial atención a sus vínculos económicos y a las relaciones políticas con China.

Es solidario con los pueblos de África. Practica una política de paz con todos los países. El nombre de Hugo Chávez se admira y respeta en el mundo entero, todos e incluso muchos de los adversarios le desean un pronto restablecimiento.

Los médicos luchan con optimismo por este objetivo. Como se conoce, todos los revolucionarios cubanos somos martianos y bolivarianos.

!íViva Hugo Chávez!

Hasta la victoria siempre,

Fidel Castro Ruz

Diciembre 15 del año 2012.


23 de noviembre de 2012

Pensamientos

Fragmento de Juan Gelman


soy de un país complicadísimo
latinoeruocosmopoliurbano
criollojudipolacogalleguisitanoira
según dicen los textos y los textos que dicen
pues dicen y como dicen
así será la historia pero yo
les aseguro que no es cierto
de este país de fantasía
se fue Guevara una mañana y
otra mañana volvió y siempre
ha de volver a este país aunque no sea más que
para mirarnos un poco un gran poquito y
¿quién se habrá de aguantar?
¿quién habrá de aguantarle la mirada?


[...]

pregunto yo
¿quién habrá de aguantarle la mirada?
¿ustedes momias del partido comunista argentino?
ustedes lo dejaron caer
¿ustedes izquierdistas que sí que no?
ustedes lo dejaron caer
¿ustedes dueños de la verdad revelada?
ustedes lo dejaron caer
¿ustedes que miraron a China sin entender que
mirar a China en realidad
era mirar nuestro país?
ustedes lo dejaron caer
¿ustedes pequeñitos
teóricos del fuego por correo partidarios
de la violencia por teléfono o
del movimiento de masas metafísico?
ustedes lo dejaron caer
¿ustedes sacerdotes del foquismo y más nada?
ustedes lo dejaron caer
¿ustedes miembros del club
de grandes culos sentados en "lo real"?
ustedes lo dejaron caer
¿ustedes los que escupen
sobre la vida sin
advertir que en realidad están
escupiendo contra el gran viento de la historia?
ustedes lo dejaron caer
¿ustedes que no creen en l
a magia?
ustedes lo dejaron caer

19 de noviembre de 2012

Graffiti


Tantas cosas que empiezan y acaso acaban como un juego, supongo que te hizo gracia encontrar un dibujo al lado del tuyo, lo atribuiste a una casualidad o a un capricho y sólo la segunda vez te diste cuenta que era intencionado y entonces lo miraste despacio, incluso volviste más tarde para mirarlo de nuevo, tomando las precauciones de siempre: la calle en su momento más solitario, acercarse con indiferencia y nunca mirar los grafitti de frente sino desde la otra acera o en diagonal, fingiendo interés por la vidriera de al lado, yéndote en seguida.

Tu propio juego había empezado por aburrimiento, no era en verdad una protesta contra el estado de cosas en la ciudad, el toque de queda, la prohibición amenazante de pegar carteles o escribir en los muros. Simplemente te divertía hacer dibujos con tizas de colores (no te gustaba el término grafitti, tan de crítico de arte) y de cuando en cuando venir a verlos y hasta con un poco de suerte asistir a la llegada del camión municipal y a los insultos inútiles de los empleados mientras borraban los dibujos. Poco les importaba que no fueran dibujos políticos, la prohibición abarcaba cualquier cosa, y si algún niño se hubiera atrevido a dibujar una casa o un perro, lo mismo lo hubieran borrado entre palabrotas y amenazas. En la ciudad ya no se sabía demasiado de que lado estaba verdaderamente el miedo; quizás por eso te divertía dominar el tuyo y cada tanto elegir el lugar y la hora propicios para hacer un dibujo.

Nunca habías corrido peligro porque sabías elegir bien, y en el tiempo que transcurría hasta que llegaban los camiones de limpieza se abría para vos algo como un espacio más limpio donde casi cabía la esperanza. Mirando desde lejos tu dibujo podías ver a la gente que le echaba una ojeada al pasar, nadie se detenía por supuesto pero nadie dejaba de mirar el dibujo, a veces una rápida composición abstracta en dos colores, un perfil de pájaro o dos figuras enlazadas. Una sola vez escribiste una frase, con tiza negra: A mí también me duele. No duró dos horas, y esta vez la policía en persona la hizo desaparecer. Después solamente seguiste haciendo dibujos.






Cuando el otro apareció al lado del tuyo casi tuviste miedo, de golpe el peligro se volvía doble, alguien se animaba como vos a divertirse al borde de la cárcel o algo peor, y ese alguien como si fuera poco era una mujer. Vos mismo no podías probártelo, había algo diferente y mejor que las pruebas más rotundas: un trazo, una predilección por las tizas cálidas, un aura. A lo mejor como andabas solo te imaginaste por compensación; la admiraste, tuviste miedo por ella, esperaste que fuera la única vez, casi te delataste cuando ella volvió a dibujar al lado de otro dibujo tuyo, unas ganas de reír, de quedarte ahí delante como si los policías fueran ciegos o idiotas.

Empezó un tiempo diferente, más sigiloso, más bello y amenazante a la vez. Descuidando tu empleo salías en cualquier momento con la esperanza de sorprenderla, elegiste para tus dibujos esas calles que podías recorrer de un solo rápido itinerario; volviste al alba, al anochecer, a las tres de la mañana. Fue un tiempo de contradicción insoportable, la decepción de encontrar un nuevo dibujo de ella junto a alguno de los tuyos y la calle vacía, y la de no encontrar nada y sentir la calle aún más vacía. Una noche viste su primer dibujo solo; lo había hecho con tizas rojas y azules en una puerta de garage, aprovechando la textura de las maderas carcomidas y las cabezas de los clavos. Era más que nunca ella, el trazo, los colores, pero además sentiste que ese dibujo valía como un pedido o una interrogación, una manera de llamarte. Volviste al alba, después que las patrullas relegaron en su sordo drenaje, y en el resto de la puerta dibujaste un rápido paisaje con velas y tajamares; de no mirarlo bien se hubiera dicho un juego de líneas al azar, pero ella sabría mirarlo. Esa noche escapaste por poco de una pareja de policías, en tu departamento bebiste ginebra tras ginebra y le hablaste, le dijiste todo lo que te venía a la boca como otro dibujo sonoro, otro puerto con velas, la imaginaste morena y silenciosa, le elegiste labios y senos, la quisiste un poco.

Casi en seguida se te ocurrió que ella buscaría una respuesta, que volvería a su dibujo como vos volvías ahora a los tuyos, y aunque el peligro era cada vez mayor después de los atentados en el mercado te atreviste a acercarte al garage, a rondar la manzana, a tomar interminables cervezas en el café de la esquina. Era absurdo porque ella no se detendría después de ver tu dibujo, cualquiera de las muchas mujeres que iban y venían podía ser ella. Al amanecer del segundo día elegiste un paredón gris y dibujaste un triángulo blanco rodeado de manchas como hojas de roble; desde el mismo café de la esquina podías ver el paredón (ya habían limpiado la puerta del garage y una patrulla volvía y volvía rabiosa), al anochecer te alejaste un poco pero eligiendo diferentes puntos de mira, desplazándote de un sitio a otro, comprando mínimas cosas en las tiendas para no llamar demasiado la atención. Ya era noche cerrada cuando oíste la sirena y los proyectores te barrieron los ojos. Había un confuso amontonamiento junto al paredón, corriste contra toda sensatez y sólo te ayudó el azar de un auto dando vuelta a la esquina y frenando al ver el carro celular, su bulto te protegió y viste la lucha, un pelo negro tironeado por manos enguantadas, los puntapiés y los alaridos, la visión entrecortada de unos pantalones azules antes de que la tiraran en el carro y se la llevaran.

Mucho después (era horrible temblar así, era horrible pensar que eso pasaba por culpa de tu dibujo en el paredón gris) te mezclaste con otras gentes y alcanzaste a ver un esbozo en azul, los trazos de ese naranja que era como su nombre o su boca, ella así en ese dibujo truncado que los policías habían borroneado antes de llevársela; quedaba lo bastante como para comprender que había querido responder a tu triángulo con otra figura, un círculo o acaso un espiral, una forma llena y hermosa, algo como un sí o un siempre o un ahora.
Lo sabías muy bien, te sobraría tiempo para imaginar los detalles de lo que estaría sucediendo en el cuartel central; en la ciudad todo eso rezumaba poco a poco, la gente estaba al tanto del destino de los prisioneros, y si a veces volvían a ver a uno que otro, hubieran preferido no verlos y que al igual que la mayoría se perdieran en ese silencio que nadie se atrevía a quebrar. Lo sabías de sobra, esa noche la ginebra no te ayudaría más a morderte las manos, a pisotear tizas de colores antes de perderte en la borrachera y en el llanto.

Sí, pero los días pasaban y ya no sabías vivir de otra manera. Volviste a abandonar tu trabajo para dar vueltas por las calles, mirar fugitivamente las paredes y las puertas donde ella y vos habían dibujado. Todo limpio, todo claro; nada, ni siquiera una flor dibujada por la inocencia de un colegial que roba una tiza en la clase y no resiste el placer de usarla. Tampoco vos pudiste resistir, y un mes después te levantaste al amanecer y volviste a la calle del garage. No había patrullas, las paredes estaban perfectamente limpias; un gato te miró cauteloso desde un portal cuando sacaste las tizas y en el mismo lugar, allí donde ella había dejado su dibujo, llenaste las maderas con un grito verde, una roja llamarada de reconocimiento y de amor, envolviste tu dibujo con un óvalo que era también tu boca y la suya y la esperanza. Los pasos en la esquina te lanzaron a una carrera afelpada, al refugio de una pila de cajones vacíos; un borracho vacilante se acercó canturreando, quiso patear al gato y cayó boca abajo a los pies del dibujo. Te fuiste lentamente, ya seguro, y con el primer sol dormiste como no habías dormido en mucho tiempo.

Esa misma mañana miraste desde lejos: no lo habían borrado todavía. Volviste al mediodía: casi inconcebiblemente seguía ahí. La agitación en los suburbios (habías escuchado los noticiosos) alejaban a la patrulla de su rutina; al anochecer volviste a verlo como tanta gente lo había visto a lo largo del día. Esperaste hasta las tres de la mañana para regresar, la calle estaba vacía y negra. Desde lejos descubriste otro dibujo, sólo vos podrías haberlo distinguido tan pequeño en lo alto y a la izquierda del tuyo. Te acercaste con algo que era sed y horror al mismo tiempo, viste el óvalo naranja y las manchas violetas de donde parecía saltar una cara tumefacta, un ojo colgando, una boca aplastada a puñetazos. Ya sé, ya sé ¿pero qué otra cosa hubiera podido dibujarte? ¿Qué mensaje hubiera tenido sentido ahora? De alguna manera tenía que decirte adiós y a la vez pedirte que siguieras. Algo tenía que dejarte antes de volverme a mi refugio donde ya no había ningún espejo, solamente un hueco para esconderme hasta el fin en la más completa oscuridad, recordando tantas cosas y a veces, así como había imaginado tu vida, imaginando que hacías otros dibujos, que salías por la noche para hacer otros dibujos.

25 de septiembre de 2012

Escritos a Julio Cortázar


Transcripción que de la página hizo Blanca Berasategui para El Cultural:
Julio este textículo les parece joda. Solamente vos sabés que el más mínimo chiste se crea en momentos en que la vida est à l’auteur de la morte. Muy tuya Alejandra.
Julio fui tan abajo. Pero no hay fondo
Julio, creo que no tolero más las perras palabras
La locura, la muerte. Nadja no escribe. Don Quijote tampoco.
Julio, odio a Artaud (mentira) porque no quisiera entender tan sospechosamente bien sus posibilidades de la imposibilidad.
PS
Me excedí, supongo. Y he perdido, viejo amigo de tu vieja Alejandra que tiene miedo de todo salvo (ahora, oh Julio) de la locura y de la muerte. (Hace dos meses que estoy en el hospital. Excesos y luego intento de suicidio —que fracasó, hélas)
PS En el hospital aprendo a convivir con los últimos desechos. Mi mejor amiga es una sirvienta de 18 años que mató a su hijo. Empecé a leer Diarios. Te apruebo mucho políticamente. Tu poema de Panorama es grande porque me hizo bien (lo leí en el hospital).




EN ESTA NOCHE, EN ESTE MUNDO

A Martha Isabel Moia

en esta noche en este mundo
las palabras del sueño de la infancia de la muerte
nunca es eso lo que uno quiere decir
la lengua natal castra
la lengua es un órgano de conocimiento
del fracaso de todo poema
castrado por su propia lengua
que es el órgano de la re-creación
del re-conocimiento
pero no el de la resurrección
de algo a modo de negación
de mi horizonte de maldoror con su perro
y nada es promesa
entre lo decible
que equivale a mentir
(todo lo que se puede decir es mentira)
el resto es silencio
sólo que el silencio no existe

no
las palabras
no hacen el amor
hacen la ausencia
si digo agua ¿beberé?
si digo pan ¿comeré?
en esta noche en este mundo
extraordinario silencio el de esta noche
lo que pasa con el alma es que no se ve
lo que pasa con la mente es que no se ve
lo que pasa con el espíritu es que no se ve
¿de dónde viene esta conspiración de
invisibilidades?
ninguna palabra es visible
sombras
recintos viscosos donde se oculta
la piedra de la locura
corredores negros
los he recorrido todos
¡oh quédate un poco más entre nosotros!

mi persona está herida
mi primera persona del singular


escribo como quien con un cuchillo alzado en la
oscuridad
escribo como estoy diciendo
la sinceridad absoluta continuaría siendo
lo imposible
¡oh quédate un poco más entre nosotros!

los deterioros de las palabras
deshabitando el palacio del lenguaje
el conocimiento entre las piernas
¿qué hiciste del don del sexo?
oh mis muertos
me los comí me atraganté
no puedo más de no poder más

palabras embozadas
todo se desliza
hacia la negra licuefacción

y el perro de maldoror
en esta noche en este mundo
donde todo es posible
salvo
el poema

hablo
sabiendo que no se trata de eso
siempre no se trata de eso
oh ayúdame a escribir el poema más prescindible
el que no sirva ni para
ser inservible
ayúdame a escribir palabras
en esta noche en este mundo

13 de septiembre de 2012

Isadora



Descalza, desnuda, apenas envuelta en la bandera argentina, Isadora Duncan baila el himno nacional.
Una noche de 1916 comete esta osadía, en un café de estudiantes de Buenos Aires, y a la mañana siguiente todo el mundo lo sabe: el empresario rompe el contrato, las buenas familias devuelven sus entradas al Teatro Colón y la prensa exige la expulsión inmediata de esta pecadora norteamericana que ha venido a la Argentina a mancillar los símbolos patrios.
Isadora no entiende nada. Ningún francés protestó cuando ella bailó la Marsellesa con un chal rojo por todo vestido. Si se puede bailar una emoción, si se puede bailar una idea, ¿por qué no se puede bailar un himno?
La libertad ofende. Mujer de ojos brillantes, Isadora es enemiga declarada de la escuela, el matrimonio, la danza clásica y de todo lo que enjaule al viento. Ella baila porque bailando goza, y baila lo que quiere, cuando quiere y como quiere, y las orquestas callan ante la música que nace de su cuerpo.

12 de septiembre de 2012

Sobran las palabras

Aprendí a buscarte nada más, sin saber que estabas, 
tan adentro mío y más allá, de todo y de nada. 
Aprendí a llorarte sin saber, que en cada mañana, 
bajabas el sol para traer, luces de esperanza. 

Que extraño fue todo ya lo ves, la vida que pasa, 
y en la más austera desnudes, sobran las palabras, 
sobran las palabras... 

Que argumento gris tiene el perfil, de las horas lacias, 
desglosando lágrimas de atril, de estériles páginas. 
Anda suelto el aire en el pinar, borrando nostalgias, 
que extraño fue todo pa que llorar, si hoy se que me amas. 

Que extraño fue todo ya lo ves, la vida que pasa, 
y en la más austera desnudes, sobran las palabras, 
sobran las palabras... 

Aprendí a buscarte nada más, sin saber que estabas, 
tan adentro mío y más allá, de todo y de nada. 
Aprendí a llorarte sin saber, que en cada mañana, 
bajabas el sol para traer, luces de esperanza. 

Que extraño fue todo ya lo ves, la vida que pasa, 
y en la mas austera desnudez, sobran las palabras, 
sobran las palabras...

31 de agosto de 2012

Oración


Habítame, penétrame.
Sea tu sangre una como mi sangre.
Tu boca entre a mi boca.
Tu corazón agrande el mío hasta estallar.
Desgárrame.
Caigas entera en mis entrañas.
Anden tus manos en mis manos.
Tus pies caminen en mis pies, tus pies.
Árdeme, árdeme.
Cólmeme tu dulzura.
Báñeme tu saliva el paladar.
Estés en mí como está la madera en el palito.
Que ya no puedo así, con esta sed
quemándome.
Con esta sed quemándome.
La soledad, sus cuervos, sus perros, sus pedazos.

16 de agosto de 2012

Carta de José de San Martín a Simón Bolívar

Estimado general:

Le escribiré no sólo con mi franqueza natural sino con la que exigen los grandes intereses de América.

Los resultados de nuestra entrevista no son los que yo tenía previstos para dar un final rápido a la guerra. Por desgracia, estoy completamente convencido de que o bien usted no ha estimado sincero mi ofrecimiento de servir a sus órdenes con las tropas a mi mando, o mi persona le resulta molesta. Las razones que usted adujo –que su tacto no le permitiría nunca darme órdenes y que, aunque ése fuera el caso, el congreso colombiano no lo autorizaría a separarse del territorio de Colombia- no me han parecido muy plausibles.

La primera se contradice por sí sola. En cuanto a lo que a la segunda se refiere estoy convencido de que, si usted expresara sus deseos, encontraría aprobación unánime, puesto que el objetivo es terminar la campaña que iniciamos y en la cual estamos comprometidos, con su cooperación y la de su ejército, y de que el honor de llevarla a termino recaería en usted y en la república que usted preside.

No se deje caer en engaños, general. Las noticias que usted tiene sobre las fuerzas realistas son erróneas: entre el Alto y el Bajo Perú suman más de 19.000 veteranos, que pueden reunirse en dos meses. El ejército patriota, diezmado por las enfermedades, no estará en condiciones de mandar al frente a mas de 8.500 soldados, gran parte de ellos reclutas rasos. La división del general Santa Cruz (cuyas bajas según él mismo me dice no han sido reemplazadas a pesar de su insistencia) experimentará considerables pérdidas en su larga marcha por tierra, y no contribuirá en nada en esta campaña.

La división de 1400 colombianos que usted esta mandando hará falta para guarnecer El Callao y mantener el orden en Lima. En consecuencia, sin el respaldo del ejército que usted dirige, la operación planeada a través de los puertos (Guayaquil, etc.) no tendrá las ventajas que podrían esperarse, a menos que fuerzas poderosas puedan arrastrar al enemigo a cualquier otra parte. Y, de esa manera, la lucha se prolongará indefinidamente. Digo indefinidamente porque estoy convencido de que sean cuales sean las dificultades de guerra actual la independencia de América es irrevocable. Pero también estoy convencido de que la prolongación de la guerra será la ruina de los pueblos y es un deber sagrado de los hombres, en cuyas manos descansa su destino (el de América), evitar que continúen sus males.

Sea como sea, general, mi decisión está irrevocablemente tomada. He convocado al primer congreso de Perú para el día 20 del mes próximo y, al día siguiente de su instalación, me embarcaré rumbo a Chile, convencido de que mi presencia es el único obstáculo que le impide a usted venir a Perú con el ejército a sus órdenes. Para mí habría sido el colmo de la felicidad terminar la Guerra de la Independencia a las órdenes del general a quien América debe su libertad. El destino ordena otra cosa y debemos resignarnos a él.

Como no tengo duda de que el gobierno peruano que se establezca cuando yo me haya ido solicitará la cooperación activa de Colombia y de que usted no podrá negarse a tan justa demanda, le mandaré una lista de todos los oficiales cuya conducta, tanto militar como privada, pueda recomendar a usted.

El general Arenales quedará al mando del ejército argentino. Su honestidad, su coraje y sus conocimientos lo hacen merecedor de todas las consideraciones que usted tenga con él.

Nada diré de la anexión de Guayaquil a la Republica de Colombia. Permítame, general, decir que no creo sea de nuestra incumbencia decidir asunto tan importante. Al terminar la guerra lo habrían decidido los respectivos gobiernos, sin los conflictos que ahora pueden resultar para los intereses de los nuevos estados de Sudamérica.

Le he hablado, general, con franqueza; pero los sentimientos expresados en esta carta quedarán enterrados en el más profundo silencio. Si se conocieran, los enemigos de nuestra libertad podrían aprovecharse de los motivos de nuestros pesares; los intrigantes y ambiciosos sembrarían la discordia.

Con el mayor Delgado, portador de esta carta, le envío una escopeta y un par de pistolas, junto con mi caballo, que le ofrecí en Guayaquil. Acepte, general, este souvenir de su más ferviente admirador.

Con estos sentimientos y la esperanza de que usted tenga la gloria de poner fin a la guerra de la independencia de Sudamérica, su seguro servidor:
José de San Martín




8 de agosto de 2012

A TODOS LOS PUEBLOS EN GENERAL


“En nombre de mi Ejército, que reclama un derecho de reivindicación muy justo en la conciencia de todo buen mexicano, o de otra nacionalidad, que ame a su propia Patria y que tienda a salvarla de monstruos perniciosos que explotan de una manera salvaje el sudor de las frentes de sus hijos, vengo a protestar ante el mundo civilizado que ha hecho a su Patria libre e independiente, encaminándola por el sendero del progreso de su riqueza nacional, contra la prensa alarmista y contra todo ataque a mis denodados soldados, que nos llame bandidos, porque bandido no se puede llamar a aquel que débil e imposibilitado fue despojado de su propiedad por un fuerte y poderoso, y hoy que no puede tolerar más, hace un esfuerzo sobrehumano para hacer volver a su dominio lo que antes les pertenecía. ¡Bandido se llama al despojador, no al despojado!
”Hago un llamamiento a todos los Pueblos de la República Mexicana, sin distinción de individuos en clases y categorías, a fin de que quiten de su mente todos los temores que la prensa aduladora y enemigos nuestros, tratan de manchar mi honradez y la de mis valientes soldados; que tema, sí, todo aquel individuo que haya explotado, despojando tierras, aguas y montes en gran escala a los pueblos, pero no de una cobardía porque no somos cobardes, pero sí de que todo lo que no es suyo tendrá que devolverlo.
”Ofrezco a Uds. queridos pueblos, cuidar de sus intereses y de sus vidas, cuando por fortuna me toque estar en uno de ellos, para cuyo objeto me ocupo en disciplinar debidamente a mis soldados, y éstos se mantendrán acuartelados cuando tengamos la fortuna de tomar a fuerza alguna población de las defendidas por el Autócrata Madero, ¡destructor del Plan de San Luis Potosí!
”Ante el mundo entero ofrezco, en nombre de mis soldados y partidarios, obrar como antes he dicho, no respondiendo de aquellos individuos que al nombre de mi bandera se amparen cometiendo atropellos, venganzas o abusos; para éstos excito a todos mis partidarios y pueblos en general los rechacen con energía, pues a éstos los considero enemigos míos que tratan de desprestigiar nuestra causa bendita y evitar el triunfo; inquieran sus nombres verdaderos y no los pierdan de vista, para que reciban el castigo merecido.
”Pueblos queridos: el triunfo es nuestro, ya tiemblan los tiranos amigos del retroceso. ¡Adelante! que ya la aurora de la libertad brilla en el horizonte”.
31 de diciembre de 1911
Emiliano Zapata
General en Jefe de las Fuerzas del Sur


1 de agosto de 2012

Entra en la noche como en un cine, y cada noche un sueño nuevo la espera. Mientras ella cuenta, yo bebo mi café en silencio. Más me vale callar

4 de julio de 2012

la perversión sublime y el placer más agudo, el que estira mis labios y los retuerce, está en la brusca anulación del deseo, la detención inesperada, el fracaso. Soy avaro de mi esperma como de mi oro y nunca he encontrado un inmenso placer en el orgasmo: lo que busco en él es la visión capaz de producirlo

2 de julio de 2012

¿Qué afinidades particulares le parecían existir entre la luna y la mujer?

Su antigüedad, que ha precedido a la sucesión de las generaciones telúricas y les ha sobrevivido; su predominio nocturno; su dependencia de satélite, su reflexión luminar; su constancia durante todas sus fases, levantándose y acostándose a horas fijas, creciente y menguante; la invariabilidad obligada de su aspecto; su respuesta indeterminada a las interrogaciones no afirmativas; su poder sobre el flujo y el reflujo; su poder para enamorar, para mortificar, para revestir de belleza, para enloquecer, para empujar al mal y colaborar con él; la serena impenetrabilidad de su rostro; el sagrado horror de su vecindad solitaria, dominante, implacable y resplandeciente; sus presagios de tormenta y de bonanza; la efervescencia de su radiación, de su marcha y de su presencia; la advertencia de sus cráteres, sus mares petrificados, su silencio; su esplendor cuando es visible; su atracción cuando es invisible.

24 de junio de 2012

y la luna y las estrellas y el mundo

largas caminatas
nocturnas
son buenas
para el
alma:
viendo furtivamente a través de las ventanas
mirando extenuadas
amas de casa
intentando escabullirse
de sus frenéticamente encervezados
maridos

¿Qué?

Esto,

       que pasa y no es.

11 de junio de 2012

El poeta depuesto


1. José María, en La Nación del 17 de noviembre de 1963, H. A. Murena, objetando polémicamente al crítico uruguayo Rodríguez Monegal ciertas apreciaciones de su libro Narradores de esta América dice, refiriéndose a mí: “Marechal constituye un caso remoto por la doble razón de ser argentino y de que, a causa de su militancia peronista, se hallaba excluido de la comunidad intelectual argentina”.
Ciertamente, y como sabes, yo venía registrando en mí, desde 1948 en que apareció mi Adán Buenosayres, los efectos de tal exclusión, operada, según la triste característica de nuestros medios intelectuales, con el recurso fácil de los silencios y los olvidos prefabricados. La declaración de Murena fue un acto de valentía intelectual, como lo fueron las de Sabato repetidas en numerosas instancias. Y su confirmación de lo que yo había experimentado en carne propia me llevó a estas dos conclusiones: 1º, la “barbarie” que Sarmiento denunciara en las clases populares de su época se había trasladado paradójicamente a la clase intelectual de hoy, ya que sólo bárbaros (¡oh, muy lujosos!) podían excluir de su comunidad a un poeta que hasta entonces llamaban hermano, por el solo delito de haber seguido tres banderas que creyó y cree inalienables; y 2º, desde 1955 no sólo tuvo nuestro país un Gobernante Depuesto, sino también un Abogado depuesto, un Médico Depuesto, un Militar Depuesto, un Cura Depuesto y (tal mi caso) un Poeta Depuesto. Cierto es que las “deposiciones” de muchos contrarrevolucionarios de aquel Partido Socialista, en su brega parlamentaria, logró victorias que merecen el recuerdo y la gratitud de los que conocimos en tiempo y lugar el desamparo de los humildes. Pese a los afanes de la literatura en que se vio envuelta mi vida, lo seguí votando reiteradamente. Por aquel entonces el radicalismo, a la sombra de Hipólito Yrigoyen, se convertía en otro polo atrayente de las masas: es indudable que Yrigoyen era un conductor nato, de los que suscitan casi mágicamente la fe y la esperanza de una multitud. Los pueblos, en su íntima “substancialidad”, han encarnado siempre y encarnarán en un hombre el Poder abstracto que ha de redimirlos, ya sea un monarca, un presidente o un líder. Si bien se mira, todas las gestas de la historia se han resuelto por un caudillo “esencial” que obra sobre un pueblo “substancial”, así como la “forma” (en el sentido aristotélico) actúa sobre la “materia”. De tal modo, la democracia se hace visible y audible en un multitudinario “asentimiento”, rico en energías creadoras; y tal asentimiento es la vox pópuli y la vox Dei, origen del Poder que la democracia reconoce en el “pueblo soberano”. Ahora bien, si la democracia se despersonaliza, entra en la deshumanización de un Poder que se da como la fría respuesta de una computadora electrónica: el gobernante se convierte así en un robot humano, el gobierno se trueca en una “administración”, y los pueblos caen en la inercia o en el vacío de su “potencialidad” vacante. Retornando a Yrigoyen, obtuvo sin duda el asentimiento de una gran mayoría; pero sólo fue un asentimiento de cuño sentimental, y como “en potencia” de los “actos” que debía cumplir el líder con ella y que nunca se dieron. Desde Francia seguí yo en 1930 el epílogo de aquella historia: el derrumbe de un conductor fantasmal, inmóvil e invisible como un ídolo en su isla de la calle Brasil; y el derrumbe de un régimen que vegetaba merced a un asentimiento popular ya estéril al no recibir ninguna respuesta.
8. En aquellos días una gran crisis espiritual me llevó al reencuentro del cristianismo. Dije “reencuentro” sólo en atención a la fe cristiana de mi linaje que yo había olvidado más que perdido. En realidad, se dio en mí una toma de conciencia del Evangelio, vívida y fecunda por encima de tantas piedades maquinales. Y, naturalmente, en su aplicación al orden económico social (el único que atañe aquí al Poeta Depuesto), se me impuso la doble y complementaria lección crística del amor fraternal, y la condenación del “rico” en tanto que su pasión acumulativa trastorna “el orden en la distribución” asignado tan admirablemente a la Providencia Divina en el Sermón de la Montaña. Por aquellos años, en los Cursos de Cultura Católica y en las reuniones del Convivio que gobernaba con alegre teología el inolvidable César E. Pico, fui conociendo a los jóvenes nacionalistas que se agrupaban ya en torno de flamantes banderas. Los conocí a todos y no daré sus nombres en el temor de omitir alguno: me limitaré a sintetizarlos en Marcelo Sánchez Sorondo, que todavía hoy agita su bandera, ofreciendo la imagen de un combatiente solitario y bello en la medida de su obstinación militante. Pero el nacionalismo argentino, en razón de su intelectualidad, no llegó a construir más que un “Parnaso teórico” de ideas y soluciones que, sin embargo, contribuyó no poco a la formación de una conciencia nacional que pasaría luego al orden práctico de las realidades. A mi entender, si el nacionalismo no salió de su órbita especulativa, fue porque le faltó el conocimiento de “lo popular”. El conocimiento precede al amor, dice la vieja fórmula: nadie ama lo que no conoce previamente. Y el amor al pueblo se logra cuando se lo conoce. Un pueblo, al saberse conocido y amado, se rinde a las empresas que lo solicitan. Por lo contrario, la ignorancia engendra el temor; y el que no conoce al pueblo lo teme como a una entidad peligrosa en su misterio substancial.
9. Llegamos así al justicialismo, esbozado como doctrina revolucionaria desde 1943 a 1945 por un Líder cuyo nombre también fue silenciado por decreto. La revolución justicialista se nos presentaba como una “síntesis en acto” de las viejas aspiraciones nacionales tantas veces frustradas; y lo hacía enarbolando tres banderas igualmente caras a los argentinos: la soberanía de la Nación, su independencia económica y su justicia social.
No es extraño, pues, que el 17 de octubre de 1945 se diera la única revolución verdaderamente “popular” que registra nuestra historia, y que se diera en una expresión de masas reunidas, no por el sentimentalismo ni por el resentimiento, sino por una conciencia doctrinaria que les dio unidad y fuerza creativa. Y sostengo ahora que la gran obra del justicialismo fue la de convertir una “masa numeral” en un “pueblo esencial” o esencializado, hecho asombroso que muchos no entienden aún, y cuya intelección será indispensable a los que deseen explicar el justicialismo en sus ulterioridades inmediatas (las de los últimos diez años) y las que fatalmente se darán en el futuro argentino, ya sea por la continuación de la doctrina, ya por su muerte simple y llana y su substitución por otra de colores más temibles.
10. Volviendo a mi autobiografía política, ya sabes que los diez años de mi graciosa proscripción intelectual, a partir de 1955, constituyeron un oasis en el cual me fue dado resolver casi todos mis problemas físicos y metafísicos. Y ciertamente, no me faltaron horas para meditar en los eventos del país, en sus causas y sus efectos. Es el producto de tales meditaciones lo que voy a consignar en las páginas que siguen: lo hago con puros fines de servicio y hurtando tiempo a mi verdadera vocación que nunca fue la de la política. Mis intervenciones en ella se debieron a mi natura de “animal político” que Aristóteles hace común a todos los hombres; y obré así con la sinceridad que, según entiendo, inspira todos mis actos. Hombre soy; y el hombre, por el solo hecho de vivir, es un ser “comprometido” ya desde su nacimiento hasta su muerte. A través de las leyendas negras, las hipérboles negativas, los histerismos de unos y la guerra psicológica de otros, analizaré, pues, a) el gobierno justicialista, su naturaleza, virtudes y errores, b) el alzamiento contrarrevolucionario que dio fin a la primera encarnación de la doctrina; c) sus efectos ulteriores; y d) algunas perspectivas del futuro nacional.
11. La mayor parte de las apreciaciones negativas que se han formulado y se formulan acerca del gobierno del justicialismo se basan en un punto de vista erróneo que hace imposible la intelección del caso. El error consiste, a mi juicio, en considerar su accesis al poder, en modo simplista, como el triunfo de un “partido político” habitual, alcanzado en elecciones y circunstancias habituales, cuando lo que triunfa entonces y accede al poder es nada menos que una “revolución doctrinal” encarnada en una mayoría de pueblo que ni siquiera se había organizado aún en “partido”. Lo que tal vez induzca en error a esa crítica es el hecho “despistante” de que una revolución integral, como la justicialista, llegase al poder, no según las vías históricas del asalto y la violencia, sino por las muy amables de la democracia y en la elección más inobjetable que se haya dado en nuestro sistema representativo. Es una primera marca de “benignidad” cuyo significado me reservaré por ahora. Claro está que por ser “multitudinaria”, esa revolución asume la mayoría de los gobiernos nacionales, provinciales y municipales; y no lo está menos que, por ser “doctrinal”, esa revolución induce a sus gobernantes cierta “unanimidad” de pensamiento y de acción, que surge de la doctrina misma y no de la obsecuencia general frente a un dictador, según el esquema idiota que suele aplicar el cine yanqui a las revoluciones latinoamericanas. Pero, naturalmente, la unanimidad a que me referí, ejercitada por una mayoría en obra, confiere al conjunto el carácter de una “dictadura”. Y eso hace chillar a la “minoría” que no puede o no sabe o no quiere admitir el hecho revolucionario.
12. Ahora bien, como todo proceso vital, una revolución auténtica necesita defenderse de sus agresores; y como todo proceso ideológico, necesita los recursos expansivos del adoctrinamiento, capaces de ganar al adversario y al indiferente. Uno y otro aspectos, el de la defensa y el de la propaganda, suelen dar en abusos de color “tiránico”; y será interesante analizar cómo se desempeñó el justicialismo en ambas asignaturas. Defendiendo su realización en marcha y en el uso de un “derecho revolucionario” que no se le discute a ninguna revolución auténtica, el justicialismo se limitó a restringir algunas libertades individuales frente a las tentativas de contrarrevolución que se dieron casi desde su principio, o en menoscabo del “derecho de pataleo” que recababa una minoría de políticos fuera de uso y de intelectuales que sólo se jugaron al fin en la intimidad segura de sus casas o en “autodestierros” grises, donde alcanzaron la palma de un martirio incruento que más tarde les daría fáciles rentas. Nuevamente, y contra las prácticas históricas de los paredones de fusilamiento, la revolución justicialista presentó una “marca de benignidad” que dejó en pie a todos sus enemigos. No procedió así la contrarrevolución de 1955, ya que usó el fusilamiento en su instrumental represivo, la violencia legalizada y por último la muerte civil de una mayoría social entera. Verdad es que tales aciertos “libertadores” determinaron su vertiginoso, su increíble fracaso.
13. Veamos ahora, José María, el aspecto del justicialismo en su acción de propaganda. Inicialmente, y durante algún tiempo, se dio a la tarea de perfeccionar intelectualmente su doctrina y de divulgarla con los recursos habituales de la publicidad. A mi entender se logró en esos años, por adoctrinamiento, la consolidación de una conciencia nacional y social, o como ya dije, la transmutación de una masa numérica en un pueblo esencializado, lo cual, en adelante y hasta hoy, haría ridícula la pretensión de “educar al soberano” que siguen exhibiendo los políticos en quiebra electoral. Pero las cosas no siguieron así. Recuerdo y recordarás que una mañana de 1946, en un viejo edificio de la calle Piedras, el entonces coronel Perón, al desarrollarse sus planes de futuro, calculó hasta “el desgaste de prestigio” que le ocasionaría la ejercitación del poder. Ciertamente, cualquier plan teórico, llevado al orden contingente de la práctica, sufre limitaciones y frustraciones inevitables que provienen o de una resistencia del medio a trabajarse o de la naturaleza falible de los hombres que han de trabajarlo. No hay duda, por ejemplo, de que si la humanidad aplicase integralmente a este mundo la enseñanza crítica del Sermón del Monte, todos los problemas que nos afligen se resolverían de súbito; sin embargo, dos milenios de cristiandad no han conseguido ni parecen acercarse a esa meta dichosa. Volviendo a nuestro asunto, convendrás conmigo que una revolución en marcha tendría que defenderse más de sus “enemigos internos” que de sus enemigos exteriores.
14. Y son sus “enemigos internos”: a) los que, habiéndose negado en “las duras”, se acercan a “las maduras” y constituyen esa legión de “obsecuentes” y “usufructuarios” que acaban por desfigurar el esquema de una revolución y en destruirla por el ridículo y la voracidad; b) los militantes útiles de la primera hora, que no tardan en “aflojar las consignas”, ganados por la molicie del triunfo, y que al dar por concluida la fase revolucionaria de un movimiento que recién comienza inician ya la curva descendente de su frustración; c) los “fieles” que ante la obsecuencia y los aflojamientos ya dichos concluyen por resentirse y distanciarse de la lucha. José María, te dediqué una vez mi Didáctica de la Patria; y la continuaré ahora diciéndote que, si un día llegas a ser un Líder vencedor, te guardarás primero de los obsecuentes. Si no lo haces, ellos te envolverán con la telaraña de sus adulaciones mentirosas, para desconectarte de la realidad y de los honestos combatientes que te siguen; con inciensos no caros ellos tratarán de lanzarte a un “dividismo” excluyente y de hacer que desbordes en los arabescos de tu “individualidad”; y si les dejas arrastrarte por esa corriente, vendrá la hora en que se aburrirán hasta los tuyos de tu sonrisa o tu oratoria de líder, olvidando lo mucho bueno que ya hiciste y lo que de ti se aguarda todavía. Un poco de todo ello se vio en el justicialismo gobernante, como el exceso chillón de la propaganda individualista, el afán hiperbólico de las glorificaciones prematuras, ciertas ingenuidades de tipo folklórico y otras “exterioridades” que se debieron y pudieron evitar en favor de la esencia “íntima” del movimiento. En cuanto a otras exuberancias, no estoy de acuerdo con algunos enemigos: ciertos matices populares de aquellas jornadas no son más “carnavalescos” que las murgas, los sombreros historiados y los bailongos que nos exhiben las campañas electorales de la USA.
En cuanto a la “marchita” famosa, te recordaré que en nuestras últimas elecciones lanzaron la suya candidatos a legislador que apenas obtuvieron algunos miles de votos.
17. Ante la manifestación popular del 17 de octubre de 1945, alguien la definió torpemente como un “aluvión zoológico”. Ciertamente, lo que allí se manifestaba era un aluvión, pero un “aluvión étnico”, integrado por criollos que, a fuerza de ser pobres consuetudinarios, no habían tenido nunca ni siquiera la posibilidad de corromperse, e integrado por los hijos y nietos de aquellas migraciones europeas que afluyeron masivamente al país desde la segunda mitad del siglo pasado. Voy a referirme a esa parte “zoológica” del aluvión, ya que, si no se la entiende, nuestra historia nacional de los últimos tiempos continuará presentándose como un suceder ininteligible. Se narra que una vez el general Roca, mirando desde un ventanal de la Casa Rosada una columna de inmigrantes recién desembarcados, se preguntó qué sucedería cuando los hijos de aquellos hombres llegaran al gobierno. Esa pregunta sola define la agudeza intuitiva de aquel viejo militar, tan admirable por muchos conceptos. Roca se limitó a especular sobre la accesis de aquellos hombres futuros al poder: la consecuencia realmente fundamental de aquellas migraciones está en el hecho de que, a través de un siglo, sus descendientes fueron haciéndose notables en las ciencias, en las artes, en las letras, en la creación empresaria, en las jerarquías militares, en los hombres de iglesia, en los técnicos, en los trabajadores especializados; todo lo cual forma hoy ese “pueblo excepcional” que reconocen en nosotros hasta nuestros enemigos exteriores. Claro está que todo ese trabajo de adaptación y cruce de familias europeas tuvo un soporte generoso en la criolledad anónima, la cual ofreció puentes naturales, imprimió sus caracteres y adoptó muchos de los foráneos, con la sencilla espontaneidad de quien integra una renovación biológica, y sin más incidentes que los ofrecidos, en modo cómico, por aquel encuentro de razas que documentó en su hora el sainete nacional (¡yo fui testigo!). Pero algo desentonaba en el conjunto: fue una minoría que vio esas novedades primero con orgulloso desdén, más adelante con inquietud y al fin con un temor que linda hoy con el pánico. Es lo que se designó más tarde con el nombre de “oligarquía” y en la cual el justicialismo vio a su antagonista nato desde las primeras escaramuzas.
25. Hoy, a diez años de su proscripción, el justicialismo está ofreciendo al devenir posible de la nación un pueblo esencializado todavía en un sistema doctrinal casi perfecto. Desde su enunciación, esa doctrina se nos viene dando como una fuerza ideológica que no sólo responde a la tradición occidental y cristiana de nuestro ser argentino sino que sigue ofreciéndosenos como una “tercera posición” entre los dos frentes que se disputan la hegemonía del mundo (...). De tal modo el justicialismo aun ofrece un pueblo cuya firmeza doctrinaria resistió durante una década los embates y acechanzas de sus enemigos visibles e invisibles, y que se acrecienta con el ingreso masivo de nuevas generaciones. Es un pueblo que, todavía en su incapacidad de resentimiento y en la conciencia de su verdad, solicita la intelección de sus opositores frente a cegueras que parecerían incurables.
26. Así doy fin a estas aclaraciones de un Poeta Depuesto. Bien sabe Dios que sólo un afán de servicio en el esclarecimiento de las cosas me ha llevado a escribir estas páginas, robándoles tiempo a otras labores de mi pluma. Y me pregunto ahora, José María, si aquel Leopoldo Marechal, el comunero de París, y aquel Alberto Marechal, el trabajador uruguayo, bendecirían hoy a este Leopoldo Marechal, el poeta, que se vio excluido de la intelectualidad argentina por seguir un pendón a su entender indeclinable.
Estos fragmentos pertenecen al texto inédito hasta ahora en
versión completa, El Poeta depuesto, publicado en la nueva
edición de Cuaderno de navegación (Seix Barral, 2008).
La numeración discontinua pertenece al original.

Leopoldo Marechal
Esto fue publicado el 27 DE JULIO DE 2008 en PÁGINA 12

6 de junio de 2012

Prólogo de Jorge L. Borges de Crónicas marcianas

En el segundo siglo de nuestra era, Luciano de Samosata compuso una Historia verídica, que encierra, entre otras maravillas, una descripción de los selenitas, que (según el verídico historiador) hilan y cardan los metales y el vidrio, se quitan y se ponen los Ojos, beben zumo de aire o aire exprimido; a principios del siglo xvi, Ludovico Ariosto imaginó que un paladín descubre en la Luna todo lo que se pierde en la Tierra, las lágrimas y suspiros de los amantes, el tiempo malgastado en el juego, los proyectos inútiles y los no saciados anhelos; en el siglo XVII, Kepler redactó un Somnium Astronomicum, que finge ser la transcripción de un libro leído en un sueño, cuyas páginas prolijamente revelan la conformación y los hábitos de las serpientes de la Luna, que durante los ardores del día se guarecen en profundas cavernas y salen al atardecer. Entre el primero y el segundo de estos viajes imaginarios hay mil trescientos años y entre el segundo, y el tercero, unos den; los dos primeros son, sin embargo, invenciones irresponsables y libres y el tercero está como entorpecido por un afán de verosimilitud. La razón es dara. Para Ludano y para Ariosto, un viaje a la Luna era símbolo o arquetipo de lo imposible, como los cisnes de plumaje negro para el latino; para Kepler, ya era una posibilidad, como para nosotros. ¿No publicó por aquellos años John Wilkins, inventor de una lengua universal, suDescubrimiento de un Mundo en la Luna, discurso tendiente a demostrar que puede haber otro Mundo habitable en aquel Planeta, con un apéndice titulado Discurso sobre la posibilidad de una travesía? En las Noches áticas de Aulo Gelio se lee que Arquitas el pitagórico fabricó una paloma de madera que andaba por el aire; Wilkins predice que un  de mecanismo análogo o parecido nos llevará, algún día, a la Luna.

Por su carácter de anticipación de un porvenir posible o probable, el Somnium Astronomicum prefigura, si no me equivoco, el nuevo género narrativo que los americanos del Norte denominan science-fiction o scientifiction (1) y del que son admirable ejemplo estas Crónicas.

Su tema es la conquista y colonización del planeta. Esta ardua empresa de los hombres futuros parece destinada a la época, pero Ray Bradbury ha preferido (sin proponérselo, tal vez, y por secreta inspiración de su genio) un tono elegíaco. Los marcianos, que al principio del libro son espantosos, merecen su piedad cuando la aniquilación los alcanza. Vencen los hombres y el autor no se alegra de su victoria. Anuncia con tristeza y con desengaño la futura expansión del linaje humano sobre el planeta rojo -que su profecía nos revela como un desierto de vaga arena azul, con ruinas de ciudades ajedrezadas y ocasos amarillos y antiguos barcos para andar por la arena-.
Otros autores estampan una fecha venidera y no les creemos, porque sabemos que se trata de una convención literaria; Bradbury escribe 2004 y sentimos la gravitación, la fatiga, la vasta y vaga acumulación del pasado -el dark backward and abysm of Time del verso de Shakespeare-. Ya el Renacimiento observó, por boca de Giordano Bruno y de Bacon, que los verdaderos antiguos somos nosotros y no los hombres del Génesis o de Homero.
¿Qué ha hecho este hombre de Illinois me pregunto, al cerrar las páginas de su libro, para que episodios de la conquista de otro planeta me pueblen de terror y de soledad?
¿Cómo pueden tocarme estas fantasías, y de una manera tan íntima? Toda literatura (me atrevo a contestar) es simbólica; hay unas pocas experiencias fundamentales y es indiferente que un escritor, para transmitirlas, recurra a lo "fantástico" o a lo "real", a Macbeth o a RaskoInikov, a la invasión de Bélgica en agosto de 1914 o a una invasión de Marte. ¿Qué importa la novela, o novelería, de la science fiction? En este libro de apariencia fantasmagórica, Bradbury ha puesto sus largos domingos vacíos, su tedio americano, su soledad, como los puso Sinclair Lewis en Main Street.
Acaso La tercera expedición es la historia más alarmante de este volumen. Su horror (sospecho) es metafisico; la incertidumbre sobre la identidad de los huéspedes del capitánjohn Black insinúa incómodamente que tampoco sabemos quiénes somos ni cómo es, para Dios, nuestra cara. Quiero asimismo destacar el episodio titulado El marciano, que encierra una patética variación del mito de Proteo.
Hacia 1909 leí, con fascinada angustia, en el crepúsculo de una casa grande que ya no existe, Los primeros hombres en la Luna, de Wells. Por virtud de estas Crónicas de concepción y ejecución muy diversa, me ha sido dado revivir, en los últimos días del otoño de 1954, aquellos deleitables terrores.
RAY BRADBURY: Crónicas marcianas. Prólogo de J. L. B. Buenos Aires, Ediciones
Minotauro, 1955.
 

  1. Sciencefiction es un monstruo verbal en que se emalgaman el adjetivo scientific y el nombre sustantivo fiction. Jocosamente, el idioma español suele recurrir a formaciones análogas; Marcelo del Mazo habló de las orquestas de gríngaros (gringos + zíngaros) y Paul Groussac de las japonecedades que obstruían el museo de los Goncourt.

31 de mayo de 2012

De pasada


Pasan y aguantan, conservan, continúan, duran, están.
Se mantienen, perduran, se sostienen... Permanecen, quedan, siguen, transcurren.
Yacen (inertes).
¿Qué perdura? ¿Las estrellas? ¿Los cantares?
¿Qué los mantiene unidos? No hay un hilo...
La cadena imaginaria que no es y se queda y sostiene el cuento.
Permanecer y ser. Tan distintas.
La quietud del ser perenne que se sostiene y dura y se mantiene. Y, a pesar de eso, no es más que en su mente: hologramas imaginarios de quietudes; aglomeraciones humanas que sólo están allí, en esos lechos perdidos y oníricos.
No son, no existen, no perduran, no se quedan. Lo demás sí: realidad volátil, efímera y liviana.


12 de mayo de 2012

Todo es muy simple

Todo es muy simple mucho
más simple y sin embargo
aún así hay momentos 
en que es demasiado para mí 
en que no entiendo 
y no sé si reírme a carcajadas 
o si llorar de miedo 
o estarme aquí sin llanto 
sin risas 
en silencio 
asumiendo mi vida 
mi tránsito 
mi tiempo.


Idea Vilariño

11 de mayo de 2012

Insomnio

Te has tendido de bruces en la cama deshecha,
y en el mapa impreciso de las sábanas blancas,
en el muro caído que frente a ti tenías
has buscado un camino, has buscado una puerta
que te llevara, al fin, a un descansado sueño.
Pero no había puerta ni camino y has dado
tantas vueltas en vano, que te has sentido dentro
del peor laberinto -del que ya hablara Borges-
y te has visto arrastrándote como por un desierto.
Extraños buitres negros describían sus círculos
en el cielo incendiado de tu agitada mente
bajo el sol obsesivo de un solo pensamiento.
Sudabas y las sábanas se pegaban a ti
igual que arena. Así toda la noche. Y siempre
el sueño -tu espejismo, tu oasis- a lo lejos.



De Lorenzo Oliván

4 de mayo de 2012

Un paseo por las palabras


Me gusta Buenos Aires por Arlt
París, por Cortázar
Y Cuba no conozco, pero es de Martí
Uruguay, por Galeano
Córdoba es linda por Vicente Luy
Quiero ir a todos los lugares que tengan letras para darme


1 de mayo de 2012

De regreso



El volver es engañoso. Quiere alegrarnos y nos lleva más lejos. 
Aquí estoy; aquí estamos.

14 de abril de 2012

Sonemos


Gozaba al son de la desgarradora melodía. Sonaba hiriente, punzaba. Se retorcía cruda, voraz, bien adentro. Se oía tan dura, tan cruel, tan orgásmica. Loca y delirante; apetitosa.

8 de marzo de 2012

No me trates


No me gusta tu flor
No me des ninguna cena
No me saludes si ves Tinelli
No me llames si querés venderme
No me digas feliz
si mañana
vas a golpearme
No me explotes
No me mires si tus palabras son violentas
No me hables si me vas a prostituir
No me escuches si soy una puta
No me sonrías si soy un género
No busquemos tu igualdad
No me creas en silencio
No me calles
No me trates
No me digas que no es cierto

29 de febrero de 2012

Silbidos



Tu silbido repercute en mis oídos,
nervioso,
lleno de ansias.
Esos silbos sacan el sosiego o lo dejan eternamente
¿Te fuiste silbando? 
No parecías alterado
Vos sabías que tu ida te llevaría al fantasio, ¿no?

¿Disfrutaste de estos días?

Sé que preferiste el silencio.

Te cubría la alegría de correr a sus brazos.

¿Aprendiste a cantar en calma? ¿Ahora pueden soñar cantando?
Siento risas.
¿Estaba recitando?


8 de febrero de 2012

Luis Alberto Spinetta


despacio también podés hallar la luna...


Tengo tiempo
para saber si lo que sueño
concluye en algo
No te apures ya más, loco
porque es entonces cuando las horas
bajan, el día es vidrio sin sol
bajan,la noche te oculta la voz
y, además, vos querés sol
despacio también podés hallar la luna

Viejo roble
del camino
Tus hojas siempre se agitan algo
Nena nena
qué bien te ves
cuando en tus ojos no importa si las horas
bajan, el día se sienta a morir
bajan la noche se nubla sin fin
y además vos sos el sol
despacio también podés ser la luna

12 de enero de 2012

Niño


¿Y si volamos?
¿Si abrimos las alas y dejamos que nos empuje el viento?
¿Si volvemos a creer en El principito?
¿Si bailamos?
¿Si hacemos lo que soñamos anoche?
¿Si descubrimos la belleza?
¿Si nos reímos a carcajadas?
¿Si nos sentamos a contemplar el paisaje?
¿Si hablamos?
¿Si sentimos como queremos?
¿Si disfrutamos el recorrido?
¿Si nos llenamos de sueños alados?
¿Si nos miramos?